3 de mayo de 2013

La ética del poderoso

Urbano VIII, el Papa que postró a Galileo, no era más sabio que éste en el conocimiento del mundo físico, pero lo era en el conocimiento del mundo social más cercano. Pero, además, detentaba el poder cognitivo sobre el mundo ultraterrenal, el mundo que preocupaba a los oprimidos. Es decir, el opresor crea la realidad del oprimido, le oculta la realidad sensible y le muestra sueños intangibles. Dicho de  forma cheli: el opresor vende la moto al oprimido.



La cuestión está en si esto conviene también a quienes son menos hábiles, o, mejor dicho, ésta es la cuestión que sugieren los más hábiles.

La ética del poderoso, la de quien se hace considerar más hábil, consiste en inducir a pensar al resto que su moral es la mejor para todos. Además puede justificarlo porque, más allá de su cuestionada autoridad, tiene el poder sobre la realidad. En el conocimiento en general sucede que existe alguien que se sirve de otras herramientas ajenas al ámbito de conocimiento: violencia, muerte, amedrentamiento, temor, etc. Da igual el aspecto de la realidad, no importa que sea la Economía ni las costumbres ni las Matemáticas ni la Moral. Todos los ámbitos de la vida están controlados desde la visión hegemónica de unos pocos. 

Sin embargo, incluso en las altas esferas hay personas más poderosas que otras. Parece que hay un movimiento eterno entre el que puede algo y el que puede más. Aquí encuentran la oportunidad los sometidos, en la dinámica. Las fuerzas se mueven, no son siempre las mismas, ni siquiera en las monarquías de antaño (por eso son de antaño). Empero, sí parece haber un desorden con cierto orden: las fuerzas apenas escapan a la mayoría.

La esfera de poder está separada de la del resto o esfera del pueblo. Los individuos poderosos, encima, suelen frecuentar la esfera de poder, rara vez caen a la esfera del pueblo, mucho más numerosa, individuos representados debajo. La realidad del pueblo es del mismo color (en amarillo) que la del poder. Algunos individuos del pueblo se acercan al poder, pero es una parte muy exigua. Aprovechan la dinámica en el poder para tratar de acercarse a él.

¿Ha cambiado esto en el siglo XXI?

Ha cambiado cuantitativamente: hay más distancia entre las dos esferas, y hay mayor desproporción entre el número de personas de una y otra. La realidad la siguen pintando desde el poder (esfera menor), pero, son tantas las dificultades en el pueblo, que ni tan siquiera se aprecia la realidad que pintan desde el poder. La esfera mayor (en población) parece estar en ebullición. 

Alguien objetará: “Pero con la Democracia esto ya no es así”. Objeción fácilmente rebatible: La Democracia, aun suponiendo que funcionara bien, sólo se da en una cuarta parte del Mundo, ¿qué pasa en el resto? ¿Acaso los países democráticos no someten al resto?


Pero no es cierto, o no es como tratan de hacérnoslo creer. Hay frases manidas en una u otra dirección:  si creemos que el hombre es un lobo para el hombre o si creemos que somos animales políticos es una cuestión difícil, pero su interpretación no puede ser la que nos impongan.

Particularmente, creo que podemos lograr más si nos unimos que separados, pero sin caer en el miedo que tratan de inocularnos desde siempre. Para describir ese miedo voy a servirme de un modelo sacado de la Física:


En la figura que se muestra a la derecha, la situación actual: a semejanza de un líquido (como el agua, e.g.) en unas condiciones de presión y temperatura concretas. Hay un equilibrio entre las moléculas que abandonan el estado líquido y pasan a vapor, y las moléculas que pierden energía y pasan del vapor al líquido. En las condiciones de presión y temperatura esto da un grado de humedad relativa del aire. Vamos a suponer que el aire es el Universo y que el agua, en dos de sus estados (líquido y vapor), es la Humanidad: los poderosos vuelan sobre los sometidos a las fuerzas de cohesión del líquido. 
Es posible que haya intercambio entre los poderosos y los sometidos, pero siempre hay un cupo para el poder, el estado de vapor, con mayor energía. De manera que las moléculas poderosas gozan de mayor libertad (de movimiento).

La Historia juega el papel de la temperatura, mientras la presión es patrimonio del poder, claro está. La Historia avanza, aumenta la temperatura. Sin embargo, la presión de vapor no aumenta tanto como para compensar un aumento de la humedad relativa debida sólo a la temperatura. El líquido comienza a bullir, ansiando el poder, la libertad mal entendida. Y, según este planteamiento, desaparece la Humanidad.

Cada cual puede creer lo que más le convenga. Pero tened clara una cosa: somos algo más que sólo moléculas de agua. ¿O qué creéis?










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